Por fin...
Bariloche
y su calle Salta en particular, pequeña calle que será el lugar de todos
nuestros encuentros, nos dejará un lindo recuerdo: gente genial y paisajes
sublimes.
Al
llegar a la ciudad, nos esperan Yesica y Caro, dos amigas de Damián
(recordatorio: chico que cruza el país en bicicleta).
Pasamos unos días tranquilos en la ciudad más famosa de la Patagonia, conocida por su chocolate, sus paisajes, su estación de esquí (Cerro Catedral) y la atmósfera que tiene.
Conozco
a un miembro de Skipass (página web de fans de esquí) que conoce bien la zona y
me da consejos para hacer esquí de travesía. Buena
onda.
Nos
damos cuenta una vez más que la información dada por la Oficina de Turismo y la
Oficina de Parque Nacional es muy parcial y bastante errónea: "Sólo hay un
camino abierto en la zona por la nieve"... Canción que conocemos.
Afortunadamente, el Club Andino da verdadera información: "Hay varios
refugios abiertos y todas las excursiones son posibles, aunque un poco
complicadas debido a la nieve. "
Por lo tanto, decidimos ir al refugio de Frey, con todo el equipamiento de esquí, porque según las informaciones que me dieron es un buen lugar para esquiar. Caris me odia un poco más a cada paso por el peso de su mochila, ultra pesada, pero nunca se queja.
Llegamos y es un lugar de locura, lleno de bajadas cubiertas de nieve. El refugio, cuidado por Hernán, es muy agradable. Conocemos a César y Elena, a Daniel y Daniela, dos parejas de argentinos buena onda. A la mañana siguiente, hago una primera salida pero la nieve es bastante mala. El resto del día, subimos unas montañas con Caris. Nos quedamos una noche más y al día siguiente con el asesoramiento de Hernán y un guía, intento una segunda salida en un pico bien inclinado, muy bueno.
Descendemos por la
tarde y pasamos la noche con Jeremy y Sarah, una pareja de Ingleses que
conocimos en el refugio.
El sábado antes de su partida, vamos al Campanario, una pequeña colina que tiene una de las vistas más hermosas de la Patagonia.
El
domingo, mientras estamos en la Kombi en plena recuperación de nuestra noche
anterior, una chica, Laia, viene a vernos, nos cuenta que ella vio nuestro
sticker Argentina-Alaska y que ella quiere hacer la misma
ruta con su novio en una moto. Hablamos un poco
y nos invita a ir al hostel situado justo en frente, del cual su novio es el
dueño. Una vez más, la suerte está con nosotros! Invitación a cenar todas las
noches gratis y disfrutar de todos los servicios del hostel (duchas, internet,
etc.). Además, tendremos la oportunidad de conocer a todas las personas que
trabajan allí (Caro, Dorleta, Sebastián...) y muchos mochileros.
Los días que siguen, hacemos el circuito chico, que nos
lleva a ver otros paisajes hermosos como siempre.
Una pequeña salida al casino para comprobar que no
tenemos ninguna suerte en el juego.
Otra caminata a un refugio donde nos encontramos con su guarda,
Esteban. Como la lluvia ha vuelto, nos quedamos con él el resto de la tarde
tomando mate y charlando. Nos cuenta la historia del refugio que fue la primera
estación de esquí en el país. Muy interesante.
Una
tarde con los amigos de una amiga de Caris, Miguel y Caro.
Otra caminata, cerca del Lago Gutiérrez.
En
resumen, por fin podemos disfrutar de las montañas de los Andes, después de dos
semanas en la lluvia, aun si el clima no está perfecto.
Una vez más, la salida no es fácil: decir adiós a todas
aquellas personas que hacen el viaje tan hermoso, pero es parte del juego.
Conocer a gente y rápidamente tener que separarse con la esperanza de verse de
nuevo pronto.